Jagoba Arrasate celebra su tercera temporada al frente del Osasuna. Ha llegado el verano de 2018, cuando el equipo estaba en segundo. Se estaba enfrentando a un equipo desconocido para él y con muchos cambios en la plantilla. Los inicios no fueron fáciles y su primera victoria como técnico rojillo llegó en la cuarta jornada. Inmediatamente se hizo cargo de la filosofía del club y el equipo empezó a trabajar, enamorando a la afición. Sellaron esa temporada consiguiendo un ascenso y terminaron convirtiéndose en campeones de segunda división.
La temporada pasada no se supo qué papel jugaría el club navarro en su regreso a la élite, pero los de Arrasate terminaron la campaña en décimo lugar y con 52 puntos acumulados.
Esta temporada no ha empezado mal para los rojillos pero hoy el equipo de Arrasate vive la peor racha desde la llegada de Berriatua a Osasuna. Acumulan cuatro jornadas sin ganar, en las que suman solo un punto de los doce posibles, en partidos que medían Atlético de Madrid y Huesca en casa y Sevilla y Barcelona fuera. Esto los llevó a ver en decimosexta posición, con 11 puntos sumados y solo uno de los puestos de descenso, si bien es cierto que los rojillos han jugado un partido menos.
Osasuna es el equipo con menor puntuación de la categoría, con 8 goles, al igual que Eibar y Huesca. Es evidente que uno de los problemas de los rojillos este año es la pegada. Generan pocas oportunidades y las que crean son difíciles de materializar. El conjunto navarro carece de fuerza y no muestra la misma confianza defensiva que en temporadas anteriores. Otros factores han llevado a Arrasate y su familia a la situación por la que atraviesan. Por un lado, jugadores como Nacho Vidal o Rubén García, fundamentales en otras temporadas, no rinden al mismo nivel.. Por si fuera poco, las heridas se dispararon con Osasuna y muchas de las cosas imprescindibles han pasado o ocupan la enfermería. Es el caso de Roberto Torres, Aridane, Chimy Ávial, Calleri o Darko.